La Biblia nos dice que la lengua, siendo un órgano muy pequeño, es capaz de dirigir nuestra vida entera. Son nuestras palabras las que cambian los ambientes y el rumbo de nuestro matrimonio.

Esta semana queremos compartirte la importancia de cuidar lo que dices.

“La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias.” – Proverbios 18:21 (NTV)

 

Las palabras son semillas

 

Si pensamos por un momento en cómo pueden las palabras detonar un pleito o calmar una discusión, nos daremos cuenta de su poder. Y es que son como semillas que sembramos día tras día en el corazón de nuestra pareja. 

Si entregamos palabras de desprecio, crítica y reproche, eso mismo recibiremos. Aplica en tu relación matrimonial, así como con tus hijos, en el trabajo, con tus amigos y demás familiares. Cada cosa que digas traerá un fruto tarde o temprano. 

¿Podemos entrenar nuestra lengua?

Claro que sí. Con la ayuda del Espíritu Santo podemos moldear nuestras palabras y frenar aquellas que dañan a los que nos rodean. Adoptemos la cultura del Reino y resaltemos las cosas positivas de todas las personas. Dejemos a un lado los apodos y dichos que no cultivan el amor.

Dios también nos llama a dar sin esperar nada a cambio y entregar palabras positivas aunque no las recibamos de vuelta. 

 

Las leyes de la siembra y la cosecha


  • Cosechas lo que siembras

Aunque suena sencillo, es un principio elemental para vivir una buena vida y un buen matrimonio. Piensa por un momento en qué palabras has sembrado en tu pareja. Quizás has dicho cosas como: “En esta casa nadie me entiende”, “Mi madre lo hacía mejor”, “Quiero el divorcio”, “Contigo no se puede, eres insoportable”, etc. Todas estas amenazas y reproches llevarán consecuencias muy dolorosas con el tiempo.

No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra. Los que viven solo para satisfacer los deseos de su propia naturaleza pecaminosa cosecharán, de esa naturaleza, destrucción y muerte; pero los que viven para agradar al Espíritu, del Espíritu, cosecharán vida eterna”. –Gálatas 7:8

 

  • Recoges mucho más de lo que siembras

Así como las semillas son pequeñas y crecen para convertirse en grandes árboles, así también tus palabras pueden sentirse como mínimas ante la circunstancia, pero generarán mucho fruto en el que te gozarás más adelante. 

Puede ser: “Buenos días, te amo. Gracias por el desayuno”, o un mensaje de texto en donde le recuerdes a tu pareja que estás pensando en él o ella; una carta expresando tu amor o una conversación con tu pareja para saber cómo está. Todo suma. 

También un pequeño timón hace que un enorme barco gire adonde desee el capitán, por fuertes que sean los vientos. De la misma manera, la lengua es algo pequeño que pronuncia grandes discursos. – Santiago 3:4-5


  • Hay un tiempo entre la siembra y la cosecha

 

Ten paciencia y persevera. No verás cosecha inmediata, porque todo lo que vale la pena toma tiempo. Así como un árbol no crece de la noche a la mañana, debes pensar que la circunstancia no cambiará instantáneamente. 

Riega todos los días y dale tiempo para comenzar a mostrar su fruto. Esfuérzate en resaltar lo positivo, pero no solamente en días especiales sino que en todo momento. Hablemos bien frente a ellos y a sus espaldas. Cultivemos la admiración y el respeto en todo momento. 

Traten a los demás como les gustaría que ellos los trataran a ustedes.” Lucas 6:31